Desempleada, solterísima y con los salarios producto de recitar "Thank you for calling Bodog wagering, my name is Andrea, may I have your account number, please?" un promedio de 6048 veces, este es el relato de una mujer de 30 años, quien un buen día decidió iniciar un periodo dadaísta en su vida y subirse a un caballito de madera solo para balancearse un rato sin llegar a ninguna parte, bajo la filosofía de Charlie García: "La vida es disfrutar el paso del tiempo".

miércoles, 27 de julio de 2011

Beautiful Riga... Beautiful loneliness

Beautiful Riga...  Ese es el lema que han escogido en la capital de Latvia para promover una ciudad que yo, tal y como sucedió con Vilinus, no sabía ni dónde estaba en el mapa en mi ignorancia centroamericana.
Y efectivamente: se convertirá en una de las sorpresas del viaje. Supongo que ese es el fascinante chiste de lo desconocido: mientras que ciudades como Helsinki, de la cual yo esperaba un encanto misterioso y escandinavo, o como Zurich, que según yo iba a ser Suiza en su máxima expresión y su gloria, fueron una decepción mayúscula, Riga resulta ser una agradable sorpresa.
Primero que todo: INMACULADA. ¡Qué ciudad más limpia!!!!!! Ni Suiza, para seguir con la desmitificación helvética. Aquí sí es cierta la leyenda de que ni siquiera una chinga de cigarro en el suelo (yo nunca las tiro, pero aquí es tanta la limpieza que me hace guardarlas religiosamente en la cajetilla vacía que cargo en mi bolso). Y hermosa ciertamente...
Allí llego a hospedarme en una casa de estudiantes gracias al couchsurfing... Me encantan las casas de estudiantes: tiene uno la oportunidad de conocer más gente, están decoradas de forma muy original, es un microcosmos social donde siempre está sucediendo algo, un mosaico de personajes únicos que se entremezclan en la efervescencia de la juventud y donde, por lo general, soy hospedada en la cocina, epicentro de toda la actividad, de modo que nunca paso desapercibida y, mucho menos, aburrida.
En esta casa la verdad nunca llegué a saber con exactitud cuántos estudiantes vivían en ella, calculo que unos nueve más o menos, porque durante el par de noches que duermo ahí siempre veo entrar a alguien diferente a la cocina, de quienes recibo una generosa ración de pésimos pancakes, un café o un té bastante aguados, o un sandwich improvisado... En fin, comida de estudiante que, aunque de muy cuestionable calidad, me encanta y valoro MUCHÍSIMO porque sé, por experiencia propia, que cuando uno es estudiante no tiene muchas veces ni dónde caerse muerto y es un verdadero REGALO recibir algo con qué llenarse el estómago. Entre mochileros y estudiantes hay muchas similitudes, así que de todo corazón agradezco cada pedacito de pan que me dan quienes entran y salen, siempre dispuestos a compartir una charla vespertina desde mi sofá cómodamente instalado en una esquina.
Mi sofá en la cocina de una casa de estudiantes en Riga
Aquí están bastante acostumbrados a recibir couchsurfers y, en la pared del pasillo, hay una especie de "muro de la fama", donde cada quien escribe en su idioma original el nombre del país y estampa, con un grueso marcador negro, una línea. Así es como llevan la cuenta de quienes visitan este apartamento con múltiples y enormes cuartos. Mi única queja es que, como suele suceder en lugares hacinados, el baño es de lo más sucio que haya visto en mi vida, contrario a lo que es el espíritu de la ciudad... No sé si es que ya la adultez me está pegando, pero de veras que no se me antoja ducharme ahí y paso dos días en mi propia salsa, esperando por mejores condiciones higiénicas una vez que cruce la frontera hacia Estonia. Eso sí: hay una pila de revistas para leer (lamentablemente para mí, en latvio) y dos gatos de espaldas mirando una luna llena, artísticamente pintados en el tanque del inodoro.
Mi contribución al "muro de la fama" de couchsurfing en Riga

Con solo unas pocas horas para recorrer la ciudad, por muy buena atmósfera que tenga este apartamento atiborrado de latvios interesantes, no tengo más opción que enrumbar en compañía de la Cow a caminar por el típico casco antiguo y aprovechar mi limitado tiempo en Riga (malditos estados Schengen, que no me quieren más de tres meses dentro de sus múltiples fronteras).
Lo primero que me sorprende es un catedral de enormes proporciones que es, la que creo yo, será mi primera iglesia ortodoxa. En realidad, junto con Tomas, he visitado una pequeña, de madera, en un museo al aire libre en las afueras de Bardejov, Eslovaquia, pero no me había percatado en el momento, de modo que con gran curiosidad, ingreso al templo. Sí que es diferente: no hay bancas donde sentarse, con excepción de unas pocas sillas a los lados, las candelas son largas y delgadas de un alegre color amarillo (mi color favorito), hay muchos cuadros, frente a los que los fieles se quedan de pie respetuosamente mientras rezan y luego les dan un beso. Fascinada por la diferencia con las iglesias católicas, permanezco varios minutos, con la cámara a medio esconder, porque aquí, como ocurre en muchos templos ortodoxos, no se permite tomar fotos. 
Iglesia ortodoxa por dentro

Con el tiempo esto de las iglesias ortodoxas caerá, irremediablemnte, en lo que yo denomino el "efecto impala": cuando fuimos al Kruger Park, en Sudáfrica, lo primero que vimos al llegar fueron las impalas, una especie de venados africanos, novedosos para todo aquel no familiarizado con las enormes planicies del continente olvidado. Sin embargo, conforme nos fuimos adentrando en el parque, nos dimos cuenta de que estos animales están, literalmente, por TODAS PARTES, y son como el arroz para los leones: acompañan a las cebras o búfalos, que vienen a ser el plato fuerte. De modo que, al inicio, exclámabamos asombrados: "¡Impala!!!" y ya como a la hora: "Sí...impala...". Y en esto se convertirán las iglesias ortodoxas: en las impalas de Europa del Este porque las hay por todas partes. Igual, siempre las termino visitando, así como tengo no sé ni cuántas fotos de las benditas impalas.
En fin, luego camino por el centro de la ciudad donde sucede lo que, potencialmente, pudo haberse convertido en una VERDADERA CATÁSTROFE. Hay cinco cosas que yo no puedo perder BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA o estaré jodida: 1. El pasaporte 2. La tarjeta de débito 3. La laptop 4. El adaptador de electricidad y 5. ¡LA COW! Y justo es eso lo que casi ocurre: luego de extraerla del bolso, desde donde observa cómodamente el paisaje, para tomarle una foto junto a la bandera de Latvia (imagen de rigor para la documentación de su periplo), no la guardo bien y se cae, en medio de una de las principales vías peatonales de Riga. Yo, la verdad, ni me he dado cuenta, hasta que veo a un hombre joven, guapísimo, en traje entero, persiguiéndome con la Cow en una mano, en medio de los turistas y locales que pasean por el boulevard: "Lady, lady! Your toy!" me grita, mientras agita a mi inseparable compañera de viaje en una mano... La verdad estoy TAN AGRADECIDA y TAN SORPRENDIDA que solo hasta después me entra la vergüenza: qué pena, yo tan grandecita ya y me tienen que recoger los juguetes en media calle... Igual, me deshago en agradecimiento con el mae, a quien no intento ni ligármelo, porque de verdad que me he quedado pasmada: pudo haber sido, ciertamente, una tragedia.
La Cow, posando para la que pudo haber sido su última foto... :S

Ya con la Cow bien encajada en el bolso, prosigo con mi paseo por Riga. No tiene mayores atracciones turísticas, pero es taaaan bonita, está taaaan bien cuidada y taaan limpia, que da gusto... Cómo quisiera compartirla con alguien. Me encantan los cafés al aire libre y me siento en uno a beber una cerveza (la moneda aquí es incluso más cara que el euro o la libra esterlina, de modo que con solo 7 lats me siento repobre y no me compro nada más, aunque es barato). Y miro la gente pasar, de la mano, y el grupo que toca en esta terraza de repente se lanza solo con canciones españolas... E inevitablemente, pienso en VOS. Y he aquí lo que escribo:
Extracto de la Pascualina:
"Riga, 20 de mayo
(...) Mañana sigue Estonia, de modo que ya dentro de una semana, después de los países bálticos, esté ya en disposición de exorcizar (¿o es "exorsizar"? Ya me hice bolas, pero se ve feo con s, así que creo que lo escribí bien a la primera), luego de 7 años, Berlin. Porque de Berlín sólo tengo dos pinches fotos... Estaba tan depre y era la primera vez que viajaba sola que ni eso... Cuánto he cambiado desde entonces... Año y medio de soltería han ayudado, además de los numerosos pichazos del caso. Pero en días como este me pega la soledad. Esta ciudad es tan bonita y hace un clima tan increíble, y aquí estamos solas la Cow y yo... Malditas polacas... ¡Cómo me echan a perder a los hombres! Luego ya se quedan descorazonados, hechos piedra como la que cargo en el bolsillo... Y nada de nada sirve (...). Tantas bocas, tantos besos, tantos brazos que no me sirven porque simplemente NO SON LOS TUYOS... No es de sorprenderse por qué tengo tantas ganas de regresar a Innsbruck. Al menos ahí tengo perro que me ladre y no estaré sola con una cerveza, oyendo una canción sobre el Ché en medio de latvios y rusos (...)".

Así es... sigo pensando en ÉL a pesar de todo... O al menos, así era en aquel momento, porque hoy, cuando escribo esta entrada del blog, me he hecho el firme propósito de dejarlo ir y yo marcharme en dirección opuesta, porque de veras que no es el hombre de quien me enamoré una vez... Tal vez sea ya el momento de dejar de creer en el amor después de todo y acostumbrarme a estar sola, que de todas maneras no me la paso tan mal...
Beautiful Riga

Y eso, precisamente, es lo que aprendo esa misma noche en Riga. En compañía de Anja, una de las chicas latvias que vive en la casa de estudiantes (y quien es una hippy contemporánea que está por marcharse, en un par de días, a mochilear pidiendo ride con una guitarra en una mano y una tienda de campaña en la otra), vamos a un parque a beber vino y a filosofar sobre la vida. Y ella me da una lección que no sólo voy a conservar, si no que voy a intentar poner en práctica el resto de mi vida: "Take the moment and make it perfect". Y es que tiene razón: la mayoría de las veces, los lugares, la gente y las circunstancias no son las ideales, pero por lo general son pasables, están bien, "they are ok", así que solo queda poner de nuestra parte y hacerlo perfecto. Es una frase tan simple, pero muchas veces la ignoramos y la dejamos pasar por estar deseando que las varas fueran de otra manera.
Así que esa es mi política ahora: me ENCANTARÍA estar con ÉL, pero como no se puede, ya basta de estarte deseando, ya basta de estar deseando alguien que me tome de la mano, si no tengo quién me la dé pues entonces no importa: voy a disfrutar sola, mirando a la gente pasear y creer en lo que para mí se está convirtiendo en un mito, mientras me bebo mi cerveza en paz en ciudades como Riga, hermosas, como hermosa puede llegar a ser, si lo quiero hacer perfecto, hasta la misma soledad.

martes, 26 de julio de 2011

Donde nunca había pensado ir....

Admito mi ignorancia: de los países bálticos yo no tenía ni la más remota idea. A lo sumo, había conocido a un lituano en mi época de Mozambique y tenía un vago conocimiento de que habían pertenecido a la Unión Soviética, pero hasta ahí: se acabó la historia. Nunca se me había pasado por la cabeza visitarlos, ni sabía dónde estaban exactamente ni en qué orden, no me sabía el nombre de las capitales y, para cuando abandono Varsovia, no tengo ni la menor idea de qué se puede visitar ahí, pero apenas descubro que están en camino hacia Finlandia y son parte de los estados Schengen, no lo pienso dos veces: es momento de ir a lugares en los que en mi vida había pensado poner mi pie típicamente acolchonado por una Converse número 36. Random, aleatorio, dadaísta: si alguien me hubiese dicho hace un año que iría a Vilnius, capital de Lituania, hubiera clamado por un mapa al menos para ver dónde putas es que voy a ir a dar en algún momento de mi vida.
Y cerca de allí abro los ojos después de acaparar el asiento trasero de un bus nocturno de Eurolines que me ha llevado desde Varsovia a esta capital de la que ni siquiera he visto una pinche foto en mis tres décadas de existencia. Aunque solo destinaré una noche a este país (lamentablemente mi tiempo en los estados Schengen se agota más rápidamente de lo que yo quisiera), patento sacarle el máximo provecho, sobre todo porque he leído que cuenta con una de las capitales bálticas donde se pueden apreciar más los vestigios de la era comunista.
Y no es paja: la primera sensación que tengo cuando me aproximo a la ciudad, es "mae, qué tan lejos estoy de mi choza, sia tonto", porque hay varios rótulos que señalan el camino hacia Minsk (capital de Bielorusia). Me acuerdo de un episodio de Friends, donde un novio de Phoebe se va a vivir allí y aquello suena como si se hubiera mudado a Júpiter... Y tal parece que yo estoy cerquísima de Júpiter entonces, porque de veras que me siento tan, pero tan lejos de todo lo que hasta ahora me es conocido... Y creo que no exagero, cuando nombres como "Svetlana" o "Irina" comienzan a hacerse comunes y el ruso se vuelve el segundo idioma por aprender desde la escuela.
La impresión, por supuesto, se ve reforzada cuando llego a la estación de bus y aquello es feo, cuadrado y monocromático... Ya en Polonia y Hungría había visto estos esperpentos arquitectónicos comunistas, pero ninguna de las ciudades que he visitado en estos países, hasta el momento, me ha parecido espantosa... Y esta es la primera que comienza a entrar en el radio de horripibilidad comunista. Más adelante, ciudades grises y francamente horribles, como Belgrado, Sofía o Bucarest, me seguirán reforzando la idea que hoy ha encallado, creo que de forma permanente, en mi opinión: la belleza arquitectónica no parece ser una prioridad para el proletariado...
En fin, como no me voy a dejar apantallar por una estación de bus tétrica, decido darle una oportunidad a Vilnius. Es un día gris, yo vengo de pasar toda la noche en un bus, apenas y ha amanecido; seguro que más tarde, ya bien dormida, aquello no me parece tan lúgubremente estalinista. Por suerte, he encontrado un hostal a una escasa cuadra de la estación y hacia allá enrumbo, feliz de poder dormir aunque sea hasta las 10 a.m. Ha de ser porque estoy prácticamente muerta del cansancio, que el cuarto no me parece feo en absoluto, y esto lo menciono porque la foto fue la más comentada de mi álbum lituano en Facebook: sí, parece morgue y se ve medio claustrofóbico, pero hasta ahora ha sido el hostal más práctico, tiene uno su luz dentro de su cubículo, sus tomacorrientes, nadie te ve y vos tampoco ves a nadie, una privacidad única que uno de veras aprecia cuando se comparte el cuarto con doce personas más... Al menos, a mí me encantó, de veras. Punto para Vilnius.
El hostal/morgue en Vilnius... mi cama es la desordenada obviamente...

Luego de dormir mis horas de rigor (es conocido que no disfruto de NADA si ando mal dormida) me dirijo, siempre en compañía de la Cow, hacia el casco antiguo de la ciudad, donde mi opinión respecto de Vilnius mejora. Es cierto: no llegará a ser de mis lugares favoritos y, en comparación con Riga en Latvia, y Tallinn en Estonia, no tiene uno nada qué ir a hacer ahí, pero se defiende al fin y al cabo. Y conforme camino por sus plazas y sus avenidas, mi impresión positiva va in crescendo, sobre todo porque al final de la calle principal de la parte vieja de la ciudad, hay una enorme catedral, cuyo valor no descansa tanto en su arquitectura bastante plana, si no en el hecho de que, desde ahí, se inició una cadena humana de más de dos millones de personas hasta Estonia en contra del régimen soviético. Impresionante.
En el casco antiguo de Vilnius

Sin embargo, el punto culminante de la capital lituana, al menos para mí, es el Museo de la KGB que se ubica, lógicamente, en los antiguos cuarteles de la organización. El edificio, de proporciones tan abrumadoras como la historia que alberga, también funcionó como la central nazi durante la ocupación alemana. Me estoy dando cuenta de que esa suele ser la tónica de los países detrás de la cortina de hierro: lo que usaron los nazis, lo usaron también los soviéticos... Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia.
Como niña de los 80´s, escuché muchísimos mitos de los rusos, "los malos" siempre de la película: el boxeador que debía vencer Rocky, los enemigos de Rambo (vaya, seguro que a Sylvestre Stallone fijo no le dan la visa para Rusia después de eso) y la malvada y ruda Coronela Minoshka en las damas de la lucha libre de Glow, programa que no sé cómo nos dejaban ver en la infancia a mis compañeras de la escuela y a mí, dado que llegábamos a los recreos a hacer lo mismo que las luchadoras y eso nos costó varios llantos y, en mi caso, una nariz casi rota. En fin, la coronela Minoshka, por cierto, supuestamente pertenecía a la KGB y teníamos una niña en mi clase rubia, a quien le cortaron el pelo por los piojos y se le parecía tanto, que siempre la jodíamos hasta que se ponía furiosa, la pobre...
Me estoy desviando del tema, perdón. El caso es que con tantas mierdas que le decían a uno en la infancia de los rusos, yo quiero ver cómo es la KGB y decido hacer de este museo mi visita principal en Vilnius. Y vaya que no me decepciona: aparte de que, milagrosamente, obtengo el descuento de estudiante sin presentar identificación alguna, la verdad es que me pone en sintonía con lo que, a lo largo de este viaje, aprenderé a valorar como nunca antes y es la ENORME SUERTE de vivir en un país independiente. Creo que para muchos de nosotros, los latinos, la independencia es casi como un cuento de hadas que uno tiene que repetir cada año para pasar de curso y ya está. Es una gesta heróica cada vez más lejana y cada vez más abstracta, difusa dos siglos después, que seguimos celebrando una vez al año pero que no tenemos NI LA MÁS PUTA IDEA de lo que costó, por mucho que los profesores nos lo expliquen una y otra y otra vez. Sobre todo en Costa Rica, donde nos enteramos de la independencia como un mes después y no se derramó sangre por ella. Pero aquí, en estos países, CÓMO SE SIENTE... Y es que no podría ser de otra manera: todo ha acabado de suceder aquí. Mientras en Costa Rica los historiadores incluso siguen debatiendo sobre si Juan Santamaría existió de veras o no, aquí no hay duda de la tangibilidad de los héroes. Fotos de partisanos, macabramente asesinados y abandonados en lugares públicos para aleccionar a la población adornan siniestramente las paredes del museo, en la fachada se pueden leer los nombres de quienes fueron eliminados por los régimenes nazi y estalinista, testimonios y fotografías de gente exiliada a Siberia claman por justicia desde épocas no tan lejanas, aparatos de escucha sofisiticados (para la época claro) para controlar todas y cada una de las conversaciones casi que aún murmuran todo aquello que no se debía decir, pero se dijo y costó vidas, las celdas de tortura acolchadas para ahogar los gritos de las víctimas aún resuenan con ecos de sufrimiento, el sótano de ejecuciones con mudas paredes lavadas docenas de veces en sangre, las celdas diminutas para tomar el sol (15 minutos, luego de la muerte de Stanlin se pusieron magnánimos y daban una hora), los pasillos oscuros y fríos... Señor, ¡cómo le costó a Lituania llegar a ser Lituania! Uno no tiene ni la menor idea, ni siquiera cuando le hablan de figuras como Bolívar, de lo que cuesta llegar a ser independiente, pero aquí la sangre casi que se respira y se me atasca en la ignorancia...


Dibujos de niños lituanos sobre la ocupación soviética
Sótano de ejecuciones... Antiguos cuarteles de la KGB

Y salgo del museo muy triste conmigo misma... Cuando tenía 21 años, en mi primer trabajo como periodista, me acuerdo de tener una discusión acalorada con uno de mis jefes, capitalista a morir, quien me soltó la típica frase de adulto sabihondo: "El que no es comunista a sus 20 años no tiene corazón, y el que lo sigue siendo a los 30 no tiene cerebro". Y recuerdo perfectamente lo que le respondí: "Qué dicha que me avisa con tiempo, para tirarme de un puente a los 29, antes de llegar a convertirme en alguien como usted...". Al poco tiempo estaba despedida, el único empleo del que me han echado hasta la época. Y aquí estoy, a mis 30 años, dándome cuenta de que yo no tenía ni la menor idea de qué estaba defendiendo con tanto ardor en aquellos tiempos que a mí no me parecen aún tan lejanos... ¿Cómo ideales tan hermosos se convierten en un terror tan macabro? ¿En qué momento la maravillosa isla de Utopía que soñó Tomás Moro se convirtió en estos cuarteles de la KGB? ¿Por qué ser comunista ya no me parece tan románticamente maravilloso como a mis 18 años? ¿Dónde me perdí?
Sin embargo, antes de ir a buscar el puente más cercano, reflexiono un poco más. Bueno, es que el capitalismo, en realidad, también es otro tipo de dictadura, solo que mucho más hipócrita y solapada... No hay mucha diferencia entre la propaganda política delirante, con Stanlin en cada imagen, y la publicidad con Ronald McDonald. No hay un abismo tan enorme entre las estatuas de Lenin y las botellas de Coca Cola gigantes que se encuentran en cada actividad pública patrocinada por las famosas aguas negras del imperialismo. No hay demasiado cambio entre idolatrar jefes de estado y CEO's de compañías transnacionales. Hoy por hoy, la gente no admira dictadores, pero sí objetos por los que son capaces de trabajar horas interminables, objetos que representan una felicidad que no pueden albergar porque son solo cosas y nada más. Hoy por hoy, no hay racionamientos de comida, pero hay millones de mujeres que se mueren de hambre para parecerse a las modelos que nos restriegan en la cara como el ideal supremo. Hor por hoy, la gente sigue siendo capaz de matar de formas aun más crueles que todas las que he visto en el Museo de la KGB por dinero...  Y las personas más humildes siguen yendo a las guerras por billetes disfrazados de ideales, todos son esclavos de los dólares, euros y libras esterlinas, viven para trabajar y no trabajan para vivir, millones se mueren de hambre porque el capitalismo no perdona, las farmaceúticas y las aseguradoras se enriquecen sin control dejando a miles de miles sin protección de salud básica por aumentar sus ganancias obscenas, y la tal libertad de expresión no existe porque los medios de comunicación necesitan de los anunciantes para sobrevivr y jamás denunciarán nada en contra de los régimenes capitalistas que pagan las páginas publicitarias para que circulen cada día... El capitalismo, en efecto, es una dictadura más refinada, más astuta, más cruel e hipócrita en el sentido de que tiene la capacidad camaleónica de disfrazarse de libertad para que la gente la siga defendiendo en las urnas... Pufff... Nada es perfecto, nada, ni siquiera, es pasable, tolerable, admisible...  Me gustaría ser inteligente como para inventar un régimen político que no sea ninguno de estos dos extremos por los que el mundo se ha peleado por décadas en una Guerra Fría que aún no termina... Yo ya no sé qué es peor.
Más reconfortada y con la idea del puente que lavará mis pecados ideológicos ya descartada por completo, decido limpiarme un poco la cabeza de tan profundas reflexiones y me regalo un paseo por un vecindario de Vilnius conocido como la República Independiente de Uzupis. Siguiendo con el tema independentista, los vecinos de esta zona decidieron autoproclamarse soberanos y cuentan con su propio himno y bandera. Son tan sólo unas cuadras de edificios medio derruidos y grafiteados, tijeretados urbanamente por callejones; es decir, que me encanta, y me dedico a hacerme autorretratos con mi maravilloso Gorillapod (no olviden comprarlo si viajan solos, es LO MÁXIMO... y ya me salió el lado capitalista de nuevo, qué remedio).  
En la República Independiente de Uzupis

Vilnius la verdad me ha sorprendido y, ahora que miro la experiencia un poco a la distancia de un par de meses, me doy cuenta de que, en realidad, fue un excelente entremés para los países que me quedarían aún por visitar en esta, tan desconocida para mí, Europa del Este. Aunque en Budapest tuve la oportunidad de tener mis primeros contactos con el pasado comunista, el campeonato mundial de hockey en Eslovaquia y el flashback a la Segunda Guerra Mundial en Polonia me han desviado bastante del aspecto soviético que tanto representó para esta área del continente y Lituania me ha servido, a pesar de mi breve estancia, para recordar que uno de mis objetivos del viaje es comprender un poco más de cerca el por qué los rusos eran calificados como "los malos" por un mundo occidental que, por estar criticando la paja en el ojo ajeno, no ve la viga en el propio.
Finalmente, para ser un poco más consecuente con la veinteañera que se niega en redondo a abandonar este cuerpo treintañero, desprecio el McDonald's que me tienta con sus módicos precios desde la diagonal de mi hostal de habitaciones-morgue, y me compro un humilde kebab en el puesto de la estación fea, cuadrada y comunistamente monocromática de la cual partiré mañana rumbo a Latvia. Frente a mí pasa un trolebús antiguo como la costumbre de pedir fiado, fantasma activo de las épocas soviéticas, y no sé por qué, en medio de todas las contradicciones ideológicas que me revuelan en la cabeza, me parece bonito, mucho más que el metro de Nueva York o los yates tan pipis de las costas de Florida; tan, tan bonito, que me espero hasta que pase el siguiente para tomarle una foto.
El trolebús del año del cuerno pasando frente a mi hostal

Estoy lejos, tan lejos como estoy de casa, de comprender la realidad de los países tras la cortina de hierro, pero al menos estoy nutriendo un poco más mi limitado intelecto que con una Cajita Feliz de resignada aceptación del modelo capitalista, o con una arenga apasionada e ingenua como la que me echaba en mis años universitarios pseudocomunistas. Al menos, después de esto ya sé dónde quedan las naciones bálticas; si algún día voy a Quién quiere ser millonario y me preguntan, ya puedo responder y estar más cerca de la cuenta bancaria obesa y rechoncha que esta dictadura capitalista nos quiere imponer como único camino hacia la felicidad.

domingo, 24 de julio de 2011

Fin de semana en Varsovia

Varsovia... hummmm... ¿Cómo definir mi paso por la capital de Polonia, en un fin de semana ajetreado y un tanto bizarro? Es que fue, si podemos calificarlo así, como un collage de eventos sociales casi sin conexión unos con otros, dadaísmo en definitiva, recortes de momentos pegados aleatoriamente en un viernes, sábado y domingo sobre un escenario capitalino polaco como lienzo común. Sí, quizás así pueda catalogar  mi estadía en Varsovia, después de atiborrarme en solitario con tan maratónica peregrinación histórica de la Segunda Guerra Mundial por la aleccionadora Cracovia.
De modo que definámoslo así: Varsovia, para mí, fue más dadaístamente social que turística. A veces sucede: hay sitios por los que paso visitando quizás una o dos atracciones, y el resto del tiempo es como si hiciera una nueva vida aunque sea sólo por el paréntesis de unos días: tengo amigos, salgo por las noches, establezco romances de corta duración, duermo mucho, lavo ropa y me siento como en casa. Eso ocurre en Varsovia y creo que esa es la diferencia entre el viajero y el turista. El turista visita sitios, el viajero los hace suyos. Y yo he logrado hacer míos algunos de ellos gracias a gente súper increíble como me ocurre en Varsovia. Instalada en casa de Kike (un mexicano) y Agnieszka (una polaca que habla como mexicana) paso algunos días de ajetreada vida social. Pero comencemos por el principio.
Después de tomar el tren desde Cracovia, atestado de gente, y desde el cual escribo mi entrada del blog respecto de mis quejas sobre Budapest incómodamente sentada en el suelo del pasillo del vagón, llego a Varsovia cansada y malhumorada. Sé que debo tomar el metro para llegar a casa de Kike y Agnieszka, lo cual no parece presentar mayores dificultades: nada más fácil que viajar subterráneamente. Usualmente, la estación principal del tren cuenta con un metro no más bajar las escaleras. Una vez allí, las líneas marcadas con colores y los mapas debidamente señalados dentro de los vagones y en cada estación hacen que sea prácticamente IMPOSIBLE perderse... Hasta que llego a Varsovia, claro. Y es que algo que NO ENTIENDO de muchas ciudades europeas (aparte de por qué putas siempre cobran por los baños, por poner el equipaje en el maletero inferior de los buses y por la salsa de tomate en los McDonalds) es por qué tienen TANTOS pasajes subterráneos para cruzar las calles en vez de poner un PUTO semáforo y una PUTA zona peatonal. O sea, ¿que no se dan cuenta del ENORME FASTIDIO que representa para ancianos, gente con discapacidad, mujeres embarazadas y mochileros con 16 kilos a la espalda el tener que bajar gradas, caminar por pasillos y volver a subir escaleras solo para cruzar una pinche calle? Y, si como todo en esta vida, se debe al dinero, ¿que no sale mucho más caro construir túneles en vez de poner un puto semáforo peatonal? ¿Que eso puede provocar más presas y un tránsito de pesadilla? Mae, yo también manejo y no es taaaan cansado como andar subiendo y bajando escaleras con una mochila al hombro... ¡Señor, señor...!
La sirena en el casco antiguo de Varsovia

Esta costumbre, para mí tan irracional, me cuesta hora y media perdida en Varsovia. Como asocio metro con pasaje subterráneo, me meto al primero que encuentro y, sin mayor sorpresa, me subo a un tren que creo, ha de ser el correcto, dado que cuenta con un mapa y está bajo tierra... Pero, ¡oh sorpresa!: al minuto sale a la superficie y resulta que no es el metro, sino un tren interurbano... Y, para cuando me doy cuenta, estoy en las mismas afueras de Varsovia. QUÉ MIERDA... Mientras, recibo un mensaje de Kike en el celular, que me espera en la parada del metro y comienza a echar raíces: "¿Te secuestraron o qué? ¿Estás viva? Ya comienzo a preocuparme...". Secuestrada no, pero perdidísima sí, y me toma mi tiempo devolverme al centro de la ciudad y meterme de nuevo en dos pasajes subterráneos más que no me llevan a ninguna parte, hasta subirme al metro y llegar a mi destino correcto.
En fin, con todo y que ando cansada, de malas y que acabo de recibir el agradecido NO de parte de ÉL respecto del video infamemente famoso para el hombre que quise amar y no quiso ser amado, no estoy dispuesta a sabotear mi estadía en Varsovia luego de varios días solitarios en Cracovia. Así que luego de calibrar con unas cervezas, enrumbo en compañía de Kike, su amiga Dorota (Polonia), Silvio, otro couchsurfer italiano con quien me veo obligada a compartir el sofá, y Juan (Perú) a un concierto al aire libre en un parque y a una discoteca de música latina donde, a pesar de que me echo mis merengues, me divierto más que todo observando el interesante fenómeno de ver polacos bailando (o intentando bailar la mayoría de las veces) los cadenciosos ritmos latinos que los hacen pensar que todos los hispanos también hemos de ser buenos en la cama. Pufff: vaya espectáculo... Y cuando digo vaya espectáculo me refiero al INEXPLICABLE HECHIZO que ejercen los latinos MÁS HORRIPILANTES, VULGARES Y ORDINARIOS sobre las bellísimas polacas. DE VERDAD QUE NO LO ENTIENDO. Son maes que en Latinomérica no les darían pero ni la hora (como muy bien apunta Kike), pero aquí tienen un pegue.... O sea, esta es SU OPORTUNIDAD: si usted es polo y poco agraciado, (voy a subrayar mejor el polo y el poco agraciado lo cambiaré por un NULAMENTE agraciado), en su país de origen no es capaz de ligarse pero ni una papaya y siente que la mano se le va a desgastar la próxima vez que ocupe un cambio de aceite, entonces es momento de emigrar a Polonia. Aprenda algunos pasos básicos de salsa, merengue (o mejor aun bachata, las trastorna la bachata) y asegúrese, como clímax de la danza de apareamiento exigida por las europeas del este, de poder sostener a su pareja de baile con su brazo y echarla hacia atrás. ESO LAS ALOCA. Mae, de hecho: olvídese de las clases de baile, nada más haga eso y ya será catalogado como el amante latino del año. No importa que usted sea GÜEISO como tres días de hambre. Aquí esto basta y sobra para ser más deseado que el mismísimo Ricky Martin.
De veras que NO ENTIENDO cómo hombres tan POLOS Y FEOS se ligan semejantes viejas que parecen salidas de portada de revista... Entiendo que lo nuevo, lo desconocido, lo exótico llama la atención (suerte para mí también, lo admito) pero es que esto supera el sentido común, es como si estas polacas no tuvieran ojos... Lamentablemente (y VOS no tendrías que darte por aludido en este caso) curiosamente todas las historias que escucho entre hispanos y polacas parecen terminar, invariablemente, siempre mal. La misma Agniezska me lo dice: "Quisiera oír por una vez, por una sola vez, que haya una historia entre un latino y una polaca que tenga un final feliz". Me pregunto por qué será.... No soy polaca y, si quisiera experimentarlo a la inversa, tendría que ligarme a un polaco primero que todo, y no encuentro ninguno que me parezca guapo (por no decir que todos me parecen horribles...).
Una noche en Varsovia con Silvio (Italia), Juan (Perú) y Kike (México)

En fin... Hay MUCHAS cosas sucediendo en Varsovia este fin de semana y esto es solo el principio. A la mañana siguiente, Silvio y yo nos dedicamos a recorrer la ciudad... pero al estilo couchsurfing. Hay un rally organizado por la asociación local, con diferentes pruebas en los sitios más emblemáticos. A mí me toca con él, con una bielorrusa, con dos polacos y con una checa. Las pruebas incluyen, por ejemplo, adivinar nombres de películas para lograr encontrar la siguiente locación, vestir a dos personas del equipo con todas las prendas de ropa posibles, tomar fotos de la mayor cantidad de banderas y en los monumentos de la ciudad, y mi favorita: abrazar a toda la gente que se pueda en la calle. Desde mis días con Georg en Viena había estado deseando hacer esto, que es costumbre ya en varias ciudades europeas: de vez en cuando se puede ver a alguien con un rótulo que dice "Free Hugs", ofreciendo un poco de calor humano en urbes donde la gente ya ni se saluda aun viviendo a la par. De modo que con un par de rótulos y un tiempo limitado, nos desplazamos por el casco antiguo de Varsovia (IMPRESIONANTEMENTE reconstruido después de la Segunda Guerra Mundial, por cierto). Es interesante la reacción de la gente: la mayoría no quiere ser abrazada por extraños y después de mirarnos como si fuéramos seres extra planetarios, cuando todo lo que queremos es dar nada más humano que un abrazo, nos evade confundida, a pesar de que esta es una práctica que incluso ya está medio pasada de moda. Como contamos con un tiempo limitado, Silvio simplemente, sin preguntar, con la autoridad que le da el tener un letrero que dice Free hugs en sus manos, comienza a abrazar a la gente así, sin más. Más tarde, esa misma noche, me daré cuenta de que para él abrazar e, incluso, ir más lejos, NO ES definitivamente un problema... En fin, con el letrero de Free hugs yo me divierto lo mío. Eso es lo que adoro de viajar: como nadie me conoce, estoy dispuesta a ser más espontánea de lo usual. No sé si en la aldea de San José me pondría en plena Avenida Central con un rótulo de Abrazos gratis... A como son allá, que de todo se asombran y todo lo critican, tal vez hasta saldría en las noticias... Pero aquí en Varsovia da igual.
Yo, dando abrazos gratis en Varsovia. Al fondo Marketa, mi compañera checa de equipo.

De todas maneras, este sábado está ocurriendo de todo: parece que todos los niños en edad están haciendo la primera comunión, y la versión polaca del carnaval de Semana U es esta tarde y por las calles, atestadas de gente, se ven personajes de Star Wars, gente en pijama, chicas semidesnudas y maes pintados completamente de azul, mientras los estudiantes de diferentes facultades desfilan por las calles. Y, para rematar culturalmente, hoy, durante toda la noche, todos los museos en Varsovia son gratis, lo cual hará filas interminables enfrente de lugares como la casa de Marie Curie, frente a la cual paso comprimida entre visitantes de todos los países.
Con el elenco de Star Wars en la "Semana U" polaca

Sin embargo, a pesar de tantos planes en agenda para una noche de sábado, yo termino invirtiéndola en la fiesta de cumpleaños de Dorota que, a la postre, termina siendo una tragicomedia adolescente.
Pero, para que quede claro, debemos explicar el contexto. Kike, quien ha vivido por más de año y medio en Varsovia, a donde llegó atraído por una polaca con la cual las cosas no funcionaron (uno más a la lista de fallos épicos interculturales), tiene su opinión respecto de los polacos y no es, precisamente, la mejor. Y, en parte, lo entiendo: creo que el mayor reto de viajar es aprender a ser tolerante y no caer en la xenofobia, porque muchas veces se topa uno con cada estereotipo nacionalista, que es peligrosamente fácil llegar a tomar posiciones extremas. Yo con los húngaros, mea culpa, la verdad perdí la paciencia y con los polacos, en cierta manera, también.
Primero que todo, el idioma: aunque no me topo con tanta barrera lingüística como en Budapest, y las nuevas generaciones dominan el inglés bastante bien, esa majadería de hablarle tercamente a uno en polaco cuando es MÁS QUE EVIDENTE que no soy polaca... ¡Señor! No es obligación de nadie saber inglés, insisto; ojalá y como koiné pudiéramos usar todos esperanto, que es equitativo, fácil de aprender y no pertenece a ningún país, por aquello de las colonizaciones lingüísticas. Para mí eso sería lo ideal, pero let's face it: el mundo no es perfecto y sea como sea, si uno no quiere aislarse del resto de la humanidad, no puede quedarse encajonado en un idioma que solo hablan en un único país y que, de feria, es impronunciable... Eso me tiene tan HARTA, porque ni siquiera en estos países hacen el esfuerzo de comunicarse con uno por señas, si no que siguen con esa retahíla en húngaro o, en este caso, en polaco, que suena como si siempre se estuvieran secreteando... Ufff... Al final, cuando se ponen en esas varas, opto por hablares en español a lo tico, rápido y sin censura, y así todos somos felices...
En segunda, aquí en Polonia, todo siempre está sujeto a una pura reclamadera. Traumados por la Segunda Guerra Mundial y por la época soviética, TODO lo pelean y me da la impresión de que viven en una amargazón eterna... Como dice Kike: hacen de las lágrimas y de la melancolía el deporte nacional. Sobre todo la gente mayor: no hace falta el pobre ancianito que, si la sopa se la sirven un poco fría, le eche en cara a quien sea que pueda escucharlo a tres kilómetros a la redonda que gracias a él, que en los 40's fue una especie de boy scout lanzando piedras a los nazis, hoy estamos aquí y tenemos los que tenemos... Cuando voy con Kike, Juan y Agniezka a comer a un restaurante, soy testigo del fenómeno: los adultos mayores reclaman a los gritos a penas algo no les parece, incluso los que se ven más inofensivos. Entra una señora súper viejita, casi centenaria, encorvada, con su pañuelo bien amarrado en la cabeza, arrugada como toda mi ropa siempre compacta en la mochila, y totalmente dependiente de un bastón para su desplazamiento locomotivo, y de inmediato Kike dice: "Ese es mi gallo, ya vas a ver cómo reclama algo de la comida..." Y de veras... Junto con Tomas, en Eslovaquia, debatíamos justo sobre ese tema: cómo las sociedades reaccionan luego de una guerra... Pero eso es harina de otra entrada del blog, que ya desarrollaremos cuando lleguemos a los Balcanes. Por ahora, prosigamos con la tercera queja de la idiosincracia polaca.
Y es que es esta, precisamente, la que provoca la tragicomedia en la fiesta de Dorota, y la que Kike más alucina: no respetan lo que hacen los demás. Ejemplo: estamos en un parque de Varsovia, donde los pavos reales deambulan libremente. Yo, a pesar de haber visto pavos reales muchas veces, nunca había visto uno con la cola extendida. Y aquí tengo la suerte de ver uno, sumamente profesional, que posa orgulloso con toda la belleza impresionante de sus plumas faúnicas al sol de una tarde primaveral. El mae es tan pro, pero tan pro, que pasa así varios minutos, mientras rota para que todos los que estamos cerca podamos fotografiarlo a nuestras anchas desde todos los ángulos. Pero la puta que lo parió: llega un señor ya entradito en años y como si no hubiera nadie a su alrededor y el bendito pavo real fuera mascota exclusivamente suya, le toca la cola y de inmediato, se acaba el espectáculo: el ave será pura vida, pero como de museo, "se mira y no se toca", y cierra de inmediato la cola y se da la a la fuga... ¡Mae!!!! ¿Cómo se le ocurre a este hombre hacer eso? ¿No ve que todos estamos admirando al pavo real y fotografiándolo? Uffff...
Mi primer pavo real con la cola extendida

Pues más o menos eso sucede en la fiesta de Dorota. Kike dona su iPod para la música, pero los invitados, un montón de pubertos polacos, una y otra vez se pasan cambiando las canciones sin preguntar. Así, la vez pasada, le descompusieron una tornamesa de DJ, según me cuenta, la cual le costó un dineral reemplazar y le arruinó la posibilidad de ir a México en Navidad a pasarla con su familia. Una rubia con una ridícula flor de plástico en la cabeza es quien más lo hace constantemente, no importa si la gente está bailando la pieza: va, la quita y pone la que ella quiere. Y ya a Kike, en ese quita y pone, se le sale el latino, y va y le reclama en polaco, para que todo el mundo entienda (bueno, todo el mundo menos yo, pero ya tendré oportunidad de escuchar la traducción al español una y otra vez) que deje de estar tocando su iPod, pinche hija de la chingada... Y, para no hacer el cuento muy largo, el caso es que al final, harto, lo desconecta... Y sin música, se acabó la fiesta. 
 Con Kike, Dorota y Juan en la fiesta de cumpleaños, antes de la pseudotragedia... Yo me dediqué a comer pan!

Como en toda actividas social donde abundan las polacas jóvenes y bonitas, aquí hay más latinos, por supuesto, y un mexicano, ya cuarentoncito, que toda la noche se ha pasado con los ojos más en las tetas de esta rubia que en su ridícula flor de plástico capilar y fallidamente ornamental, aprovecha el momento para consolar a la pobre damisela, que con los ojos aguados en lágrimas, siente que se ha cagado en la fiesta... Señor, qué cosa tan ridícula: todos se congregan en torno a ella dándole apoyo moral, como si aquello fuera el fin del mundo, mientras Dorota persigue a Kike, llorosa, para que vuelva a poner la música... Ay mae... Ha de ser que yo ya estoy pasada de todo, pero a mí estas escenitas me dan MUCHÍSIMA RISA. El mexicano cuarentón este, feo como la náusea, abrazando con cara de circunstancias a la polaca de la flor ridícula, más interesado obviamente en el escote que en la pena que siente la pobre, mientras todo es confusión, drama y, especialmente, silencio... ¡Qué cosa más absurda, mae!!! Yo, en mi nube, no entiendo por qué el drama, y luego de que me bajo de ella, sigo sin entenderlo: si Kike no quiere prestar más su iPod, fácil: se pone el radio y listo... Y se dejan de tanta película. Yo, por mi parte, lo tomo como una experiencia dadaísta más: he empezado el día recorriendo Varsovia abrazando desconocidos, posando con la versión polaco-universitaria de Darth Vader, inmersa en un mar de gente frente a la casa de Marie Curie y ahora, al mejor estilo de Amigas y rivales, estoy en medio de un drama telenovelesco por unas canciones en un iPod y un abismo cultural que, muchas veces, parece insalvable...
Como este ha sido un día largo y agotador, y yo a mi edad no estoy para estos ridículos dramas colegiales, me devuelvo con Kike a casa y al día siguiente, frío y lluvioso, me dedico a hibernar con el sofá finalmente para mí solita, en vista de que Silvio se ha marchado esta mañana luego de estarme abrazando más de la cuenta... O al menos, así es hasta la noche, cuando debo compartirlo de nuevo, pero esta vez con un venezolano gay amigo de Agniezka, quien me asegura que él no es lesbiana y que no tengo de qué preocuparme si dormimos juntos... ¡Y por dicha! Porque aquí compruebo que, hasta en el mundo homosexual, la ley del "latin lover" se sigue aplicando en Polonia: esta pobre alma está atrapada en un  cuerpo que se ve que Dios lo hizo con lo que le sobró ese día. No es por ser carepicha, pero es que de veras, este venezolano es feo con ganas: bizco, con el cuerpo contrahecho y las facciones de la cara embarradas en un óvalo sin forma, tiene que ser de lo más poco agraciado que haya visto... O bueno, sigamos siendo cruelmente sincera: de lo MÁS HORRIBLE que haya visto... Yo, muchas veces, me siento atraída por hombres gay (lamentablemente, nunca me dan bola), pero es que este es la excepción a la regla... O más bien, un fiel ejemplo de la regla, porque Polonia tiene la magia suficiente como para convertir sapos en príncipes con solo cruzar la frontera, tal parece...  Un mundo al revés, el lado opuesto del espejo en cuestión de gustos, sin duda alguna...
Y así, luego de recorrer la ciudad de forma más calmada que con el alocado rally en compañía de Kike, Agniezka y Juan, al día siguiente me marcho de Varsovia y, de esta manera, llegamos al final de mi capítulo polaco. Con un viaje en el tiempo a la Segunda Guerra Mundial y un collage de eventos sociales sin ton ni son, con el sabor mexicano e italiano aún en mis labios, y con el corazón a medio reconstruir después de haberle declarado mi amor por ÉL al mundo entero sin recibir más que un leve eco cibernético por toda respuesta, tomo un bus nocturno hacia los países bálticos, que se me ha ocurrido visitarlos sobre la marcha y que, hasta hace poco, ni sabía dónde estaban exactamente en el mapa.
 Con Agniezka, Kike, mi típico cigarro y una rusa no identificada en el centro de Varsovia


Vaya, esta entrada del blog me ha quedado kilométrica. Cuántas cosas hice en Varsovia... De hecho, llevo más de tres horas escribiendo sin parar... Mae, gracias si han tenido la paciencia de leer toda esta mierda que he contado mientras afuera de mi cuarto llueve en una Macedonia que aún no termino de descubrir... Por ahora, dejémoslo hasta aquí entonces... ¡Buenas noches y hasta la próxima! ;)

sábado, 9 de julio de 2011

Behind the Scenes: el famoso video para Mariano

Primero que todo, para aquellos que alabaron mi creatividad en relación con el famoso video en que le declaro mi amor TOTAL, ABSOLUTO Y ROTUNDO a Mariano Tirado Alonso, debo hacer una aclaración, por mucho que me complazcan sus muestras de admiración, que son como cataplasmas para mi mancillada y solitaria autoestima. Ni modo: debo dejar de lado el crédito, por mucho que yo quiera decir que soy así de original, especial y única en mi especie, porque la verdad no me corresponde, no poseo la marca registrada de la idea.
 En realidad, la brillante cuna de un video de esta índole se encuentra en Polonia (sí, irónicamente en Polonia) donde un mae decididó reclutar a diferentes personas alrededor del mundo para que le desearan feliz cumpleaños a su novia. Y, como suele suceder con las buenas ideas, ésta cada día encuentra más adeptos, románticos incurables como yo, que creen aún en las historias de amor imposibles que se hacen, mágicamente, posibles. De modo que es, a través de la página web de couchsurfing, que un médico libanés, quien también copió la idea, me contacta mientras estoy en Viena, en casa de Georg, para que haga mi donación de parte de Costa Rica para declararle su amor a una chica también. Me siento privilegiada: ¡qué idea taaaan dulce!
Así que heme ahí, dadaístamente en los viñedos en las afueras de Viena, junto con Georg, mi amigo austriaco del alma, recolectando flores amarillas para formar en gigante la palabra YES y filmar el video en aras de que esta chica libanesa acepte, finalmente, al médico que la ama lo suficiente como para ponerse a contactar gente que ni conoce en el extranjero.
Mientras coloco las flores y Georg y yo filmamos el video, me siento súper feliz de hacer algo TAN LINDO para alguien que ni conozco, solo porque soy pura vida... Mae, que vieja TAN DICHOSA, yo también quiero alguien que me ame así, con locura, con todas las ganas, con la suficiente fuerza como para gritárselo al mundo y recibir un eco aun más fuerte del resto de la humanidad, un amor tan grande que cruce fronteras, que ni todos los idiomas del mundo sean suficientes para expresarlo, un amor que te haga ir por la calle diciéndoselo a la gente, un amor como el que yo siento por ÉL...
Y es ahí cuando se me ocurre que, tal vez yo no tenga a un hombre que me ame así, pero yo sí amo de esa manera, con esa misma intensidad, con esa misma locura embriagadora ...LO AMO A ÉL. TE AMO A VOS. Sé que nunca voy a recibir un video así en mi vida, pero yo sí que tengo el amor para hacerlo... Y en compañía de Georg, que me hace creer de nuevo en la bondad de la gente, me siento renovada, más valiente, más energizada, capaz de hacer locuras positivas, capaz de demostrarte lo mucho que te he esperado estos 13 años... Y es que, ¿de cuándo acá me ha temblado a mí la lengua para decirle a un hombre que lo amo? ¿No he sido siempre sincera y directa con mis sentimientos casi desde que tengo memoria, desde que lloriqueé hasta que me pasaron en el kinder al grupo del niño que me gustaba cuando tenía cuatro pinches años?  ¿No he dicho TE AMO con todas las letras y todo el significado que hay detrás siempre que de verdad lo he sentido? Esta idea del video tal vez no sea original mía, pero sí que es "muy yo". En algunos aspectos, sigo siendo la misma Andrea de 1995 que, enamorada hasta el tuétano de Alberto, le dio un beso delante de todos sus amigos y le regaló una camiseta con 100 piropos diferentes para su cumpleaños. La misma Andrea del 2010, que trabajó como una mula para ahorrar dinero e irse a Brasil detrás del hijo de puta de Thiago, que no se lo merecía, pero bueno... Igual lo hice. La misma Andrea del 2002, que le perdonó a Simmel las canalladas más innombrables no una, si no dos, tres, cuatro, cinco, seis y hasta las siete bíblicas veces... La misma Andrea de 1999, que buscó con Johnny por medio San José un notario que fuera lo suficientemente barato como para casar a dos carajillos de 18 años... La misma de las cinco estrellas tatuadas en el brazo. ¿Y no le voy a hacer un video así a ÉL????? ¿Y estando en un periodo dadaísta, basado en seguir impulsos, no voy a seguir a mi corazón? Mae, o sea...
Ya sé que no habrá respuesta positiva de su parte. Lo sé desde que me subí en el tren rumbo a Madrid. Tengo consciencia PLENA y ABSOLUTA de que este episodio de nuestra novela, como todos los que he tenido con ÉL, va a tener indefectiblemente el mismo final triste, solitario, a lo Woody Allen... Quizás debería de comenzar a ver más películas de Disney, a ver si de casualidad, por una vez en la vida, se me pega un final feliz... Pero ¿y qué importa? Dos de mis filosofías básicas: "Es mejor arrepentirse de lo que se hizo que de lo que no se hizo" y "Uno siempre tiene el no ganado, entonces no hay por qué tener miedo de ir en busca del sí". Y bueno, quiero poder decir, sin mentiras, sin ganas de jugar a ser interesante, sin poses: "Mae, amé tanto a alguien una vez que el mundo lo supo".
Así que no hay más qué pensar. En realidad, no lo pensé mucho, yo no tengo tanto cerebro como para pensar mucho las cosas, solo las siento y voy por ellas. De hecho, todas estas reflexiones me tomaron, a lo sumo, media hora, y creo que fue demasiado, porque suelo ser más impulsiva que eso al momento de enamorarme. Sí, es un hecho: le voy a hacer el bendito video a ÉL.
Sólo que yo quiero hacer mi video un poco diferente: no quiero pedirle el favor a desconocidos. Quiero que sean mis amigos los que se lo digan. Porque me conocen (y pueden hacerme buena publicidad, jeje), es gente a la que quiero y con quienes deseo compartir esta aventura youtubesca... Y aparte, tengo amigos en 4 de los 5 continentes, así que seguro que podré sacar una variedad de nacionalidades interesante.
Pongo fecha entonces: 13 de mayo. A dos meses de haberle dicho adiós en la estación del tren. A un mes de nuestra boda facebookiana. Y justo el día del cumpleaños número 30 de Simmel y aprovechando que estoy en Polonia para borrar mal karma (me gusta ponerme cabalística y simbólica, más cuando se trata de ÉL). Así que, como muchas veces procedo en mi vida, dicho y hecho: contacto a un selecto grupo de amigos en facebook y listo: por las próximas tres semanas, estaré recibiendo videos desde América, Europa, África y Asia. Nunca he usado el programa este de Windows para hacer videos, pero por suerte es para dummies y, finalmente, el 12 de mayo, me siento a descifrar los procesos de edición en mi hostal en Cracovia.
Y vean lo que es el amor: tenía la posibilidad de hacer couchsurfing y ahorrarme la plata del hospedaje, pero el mae que me lo ofreció no tenía internet en casa. Así que me quedo en un hostal con wi-fi para poder hacer esto con calma, porque respecto a las compus soy una bestia y sé que me va a tomar mi tiempo la edición. Aparte, ese día no hago nada, lo consagro única y exclusivamente a la elaboración del video. Incluso, decido saltarme las minas de sal de Wieliczka para dedicarme 100% a mi pequeño proyecto personal. Igual, tampoco es tanto el mérito, porque de por sí estoy demasiado cansada para salir: la noche anterior, el mae que dormía en el camarote de arriba mío, ha tenido la brillante y libidinosa idea de meter a una chica al cuarto y, con todo y iPod a todo volumen, me he pasado media noche despierta oyéndolos coger encima mío (ah, la maravilla de los backpackers hostel, donde duermen como 10 en un solo cuarto). Pero no crean que ahí terminan los obstáculos. Noooooo, qué va, a mí en materia amorosa siempre todo se me pone cuesta arriba: justo, JUSTO, pero es que JUSTO  en mi cuarto no entra internet, así que debo instalarme en las gradas, donde sí agarro señal, y quedarme sentada en un hijueputa escalón, duro como mi realidad, TODO EL PUTO DÍA mientras bajo todos los videos y los edito. "Do you sleep here?" me dice un mae que me ve siempre sentada en el mismo lugar, cada vez que sube o baja las escaleras. "No, I'm just in love" le respondo, con cara de orto, porque la verdad esto es toda una prueba para mi espalda y para mi paciencia...
Y durante esas horas de aprendizaje tecnológico, edición accidentada y enamoramiento estúpido, en mis hombros se me instalan dos Andreas a cada lado: la inteligente y la tarada. La inteligente me dice: "¿Cuándo PUTAS vas a aprender? Es que, al chile, mae, ¿cuándo, de veras? ¿Que no has aprendido que amar así, a lo bestia, nunca nos ha servido de nada, excepto para herirnos? ¿Que hay que darse a desear? ¿Que a los hombres les gustan las mujeres difíciles, dolor de picha, que joden, que se hacen las inalcanzables? Y es que podríamos tener a otros maes tan fácil... ¿Por qué siempre te encaprichas con el que no vale la pena? Aquí en Europa basta con decir que sos latina y ya tenés candidatos para la cama... No sé por qué putas perder el tiempo en alguien que es una piedra, él ya no es el mismo, no es el "Mariano versión Amelie" que tanto te trajo de cabeza, es otro mae, ni modo, ya ÉL no existe... FACE IT! ¿Y ya viste qué fácil se te hizo ligar en Austria, en Eslovaquia, en la misma España? Maaaae, o sea... Facilito será conseguirse otro, y mejor al rato que sea así, que tampoco Mariano es taaan guapo, ni taaaan simpático, ni taaaan inteligente". Y la Andrea tarada, del otro lado, me dice: "No importa, mae. Al menos lo intentaste con todas tus fuerzas. Lo pulseaste. Das todo. Y ÉL se lo merece... Es un excelente mae. Siempre lo has querido a tu lado. Desde 1998. Ni siquiera tus otros novios, con quienes estabas a punto de desfilar hacia el altar, han podido alejarlo de tus pensamientos. Si alguien se merece este esfuerzo, es ÉL. Es el hombre que has anhelado desde que eras una adolescente, desde que eras una veinteañera, y ahora que sos toda una mujer todavía lo seguís queriendo... Si no vas por este, ¿entonces por quién? Tantos hombres que han pasado a tu lado, y ninguno lo has deseado tanto...".
La verdad es que, a estas alturas, sigo dudando de mis estrategias de conquista. Mi problema, sin duda, es que soy demasiado honesta y no me escondo, no me gusta perder el tiempo en esas mariconadas, en esos jueguitos de conquista que me parecen taaaan ridículos y taaaan inútiles... Y es que uno nunca sabe hasta cuánto va a estar en este planeta... Y siempre que digo esto, todo el mundo me sale con la típica frase: "Sí, uno nunca sabe, un carro podría atropellarme saliendo de acá", pero creo que en el fondo no se lo creen realmente, porque siempre viven posponiendo todo, poniendo excusas, no se ponen las pilas, no viven si no hipotéticamente y eso me parece TAN GRAVE... Yo, francamente, ME LO CREO. Yo SÍ CREO que un carro va a atropellarme a la salida de este hostal en Bulgaria. Y por eso no me guardo nada, lo que siento lo digo, porque después... Qué horrible debe ser quedarse con la sensación de que esa persona nunca supo lo que la amabas... Y es que amar no tiene nada de malo. Es algo tan tuanis... ¿Por qué perder el tiempo jugando hard to get entonces? La vida es taaaan corta, mae, taaan corta...
 Así que hago un trato conmigo misma: no importa qué tan cuadrado tenga el culo de estar sentada en esta grada, no importa que este mae me vaya a decir que no otra vez, no importa que tan patética me vea... Lo voy a intentar una vez más... Una vez más. Me he prometido a mí misma no volver a buscarlo, no volver a recorrer un solo metro por él, pero al menos, esto es algo que puedo hacer a la distancia. Y si él no lo aprecia, lo digo SINCERAMENTE, desde el cerebro, directo y sin escalas, para la lengua y para estos dedos que teclean, LO DIGO DE TODO CORAZON: LO SIENTO POR ÉL. Porque se pierde a la mujer de su vida...
Finalmente, alrededor de las 11 pm, termino la edición del video, y comienzo a subirlo a youtube. Nunca en mi vida he subido un video a youtube y no sabía que se tardaba tanto... La puta que lo parió, ¡me estoy quedando sin batería! No sé si se me va a apagar la compu antes de que logre subirlo todo. Y no puedo recargarla porque en esta escalera no hay un puto tomacorriente. Y no puedo subir a mi cuarto, porque ahí no tengo señal. Qué mierda... Y estoy tan cansada y la espalda me duele taaaaanto... Y quiero que él lo reciba el 13, ese bendito 13 que juega un papel tan importante en el simbolismo de esta novela. Y mientras el video va por 63%, sigo pensando en lo idiota que soy, pero en lo romántica y valiosamente estúpida que soy... Este es mi último intento... El último.
Y como todo con ÉL es una novela, justo cuando me queda como un 3% de la batería, poco después de la medianoche del 13 de mayo del 2011, se termina de subir el video. Se lo mando y, con la espalda hecha mierda y la satisfacción del deber cumplido, me voy a dormir a mi cuarto. Con el poquito de carga que me queda en la laptop, me acuesto en mi cama (por suerte el mae que tuvo tan excelentes momentos anoche se ha ido con su nueva chica a otro hostel) y.... ¡momento! Justo ahora me entra señal de internet por completo desde acá... FUCK!!!!!!!!!!!! Seguro lo han arreglado en el transcurso del día y yo como tarada, como la ENORME TARADA QUE SOY, todo el día sentada en la escalera, cuando he podido hacer esto cómodamente sentada desde mi cama. Bueno, ya qué...
Y a dos meses del episodio, tal y como lo predije, el resultado fue el esperado: el video recibió un gracias por parte de ÉL, un gracias de alguna forma lindo y sentido, un mensajito en facebook de mediana duración, un párrafo, más o menos,  pero eso fue todo. Tal y como lo predije... Qué aburrido que la vida siempre sea como sabés que va a ser: siempre un final predecible, siempre el final ahuevado, siempre sin un final feliz en todo caso... Pero bueno, al menos lo intenté... 
Ahora, sólo me queda tratar de olvidarte... No quiero olvidarte, pero no te merecés otra cosa. No sos más de quien me enamoré... Si algún día volvés a serlo, a ser ese hombre que me hizo cruzar el océano dos veces, buscame, y tal vez con suerte, si veo muchas películas de Disney, aún pueda amarte... Porque el Mariano de quien me enamoré me hacía soñar... Y el que sos ahora sólo me hace darme cuenta de que únicamente existe una realidad plana y desalentadora, que sólo existen la soledad y el dolor, que sólo cuenta el pasado y no el presente ni el futuro. Hoy por hoy, no te merecés lo que te quiero... Ojalá y algún día pudieras volver a ser el mismo, pero mientras tanto, no te merecés lo que te amo... Y mientras escribo estas líneas, como soy sincera (ya sabés que siempre trato de serlo) una pequeña parte de mí aún guarda la esperanza... Pero supongo que sólo cabe esperar por el final predecible... Qué mierda, ¿verdad? Pero yo ya hice todo lo que pude, te ofrecí un banquete y no tenés hambre, y no te voy a meter la cuchara a la fuerza para que me sigás vomitando encima... Ni modo, macho... 
Lo siento, de verdad lo siento...
http://www.youtube.com/watch?v=Ge4gTYBDGnk