Escribo esto en un tren ATESTADO de gente en mi camino desde Cracovia a Varsovia. He estado esperando dos horas y media en la estación en el andén equivocado y me he dado cuenta seis minutos antes de que saliera el tren, lo cual ha implicado salir corriendo con la mochila a cuestas, bajar gradas, tropezar con gente, subir gradas y así llegar para encontarme con un tren casi que estilo indio, llenísimo de personas que con TOTAL Y ABSOLUTA seguridad han llegado a la estación mucho después que yo, pero claro, como entienden polaco, han conseguido sitio primero y viajan cómodamente sentados frente a mis ojos, mientras yo los observo con chicha e impotencia lingüística, sentada desde el pasillo...
Así que qué mejor humor para escribir mis quejas contra Budapest (aunque esto sea Polonia y no Hungría, y he de decir que los polacos se han portado mucho mejor que los húngaros hasta el momento).
En fin, como mencionaba en la pasada entrada, Budapest es una ciudad fantástica. Hermosa. Interesante. Al final, me paso una semana entera ahí y no me canso de recorrerla, mientras espero para encontrarme con Thomas, mi amigo eslovaco, quien viene desde Bulgaria, su penúltima parada desde que empezó su viaje por Asia hace ya casi 100 días.
Todas las ciudades que he vistado hasta el momento (incluyendo la carísima Zurich) me han parecido amigables para el turista, organizadas, seguras y ordenadas. Y Budapest tiene mucho de eso. PERO....
1. Yo no me dejo llevar por las primeras impresiones y definitivamente no creo que son las que cuentan, pero en este caso... Hace ya muchos años, me acuerdo de una campaña del Instituto de Turismo en Costa Rica: "Seamos pura vida con el turista". Y yo creo que surtió efecto. Es cierto que no todos los costarricenses somos billetes de 100 euros para caerle bien a todo el mundo, pero creo que en términos generales nos comportamos de forma bastante decente con los turistas, especialmente si tomamos en cuenta que son nuestra principal fuente de ingresos.
Y creo que una campañita de estas no les caería nada mal a los húngaros. A ver: llego a Budapest a la estación internacional de buses, procedente desde Viena, un viaje que no es precisamente corto, son las 10 de la noche y aparte de que nadie habla inglés (ese es el siguiente punto, así que aguántenme ahí) cuando intento comunicarme me reciben con una cara de orto que no veas... La del kiosko de cigarros me hace una seña negativa cuando le pregunto si aún está abierto el puesto, como si yo le oliera a mierda. La de los boletos de metro exactamente lo mismo. De hecho, las dos hacen un gesto que me sacará de quicio a lo largo de mi visita en Budapest: extienden los brazos, viran la boca hacia un lado y entrecierran los ojos en clara señal de "ya te jodiste, salada, no es mi problema". ¡Ugggggghhhh...#@*%#&# ! ¿Que no tienen un mínimo sentido de calor humano para ver que soy extranjera, que ando cargando una mochila más pesada que sus consciencias, que son las 10 de la noche y no sé ni dónde putas estoy, que estoy agotada, que no hablo el idioma? Mínimo, hagan el esfuerzo de comunicarse por señas... ¿O es demasiado pedir? Ah, pero es que no les da el maní... De feria tienen su propia moneda, de modo que los euros ni los aceptan, solo su bendito florín, que perdón, pero no es mejor que el euro se mire por donde se mire, y en un lugar que, por ser de tránsito internacional constante como lo es una estación de bus, deberían al menos manejar una dualidad de moneda... Claro, a estas horas, tengo que ponerme a buscar un sitio donde me cambien dinero para coger el pinche metro, que a todo esto, perdón, pero es que hasta los trenes de Costa Rica, que son reliquias de los 50 o los heredamos de España cuando a ellos ya no les sirven, son mejores. Solo un alma caritativa, un revisor, el ÚNICO simpático que conoceré en mi estancia, me dice en un inglés bastante básico pero comprensible dónde puedo ir a cambiar dinero... Por dicha me encuentro con un cajero automático primero, porque si no, esto hubiera sido una peregrinación sin fin, como la de las botas de Stanlin o la de Fohrburgstrasse.
Así que qué mejor humor para escribir mis quejas contra Budapest (aunque esto sea Polonia y no Hungría, y he de decir que los polacos se han portado mucho mejor que los húngaros hasta el momento).
En fin, como mencionaba en la pasada entrada, Budapest es una ciudad fantástica. Hermosa. Interesante. Al final, me paso una semana entera ahí y no me canso de recorrerla, mientras espero para encontrarme con Thomas, mi amigo eslovaco, quien viene desde Bulgaria, su penúltima parada desde que empezó su viaje por Asia hace ya casi 100 días.
Todas las ciudades que he vistado hasta el momento (incluyendo la carísima Zurich) me han parecido amigables para el turista, organizadas, seguras y ordenadas. Y Budapest tiene mucho de eso. PERO....
1. Yo no me dejo llevar por las primeras impresiones y definitivamente no creo que son las que cuentan, pero en este caso... Hace ya muchos años, me acuerdo de una campaña del Instituto de Turismo en Costa Rica: "Seamos pura vida con el turista". Y yo creo que surtió efecto. Es cierto que no todos los costarricenses somos billetes de 100 euros para caerle bien a todo el mundo, pero creo que en términos generales nos comportamos de forma bastante decente con los turistas, especialmente si tomamos en cuenta que son nuestra principal fuente de ingresos.
Y creo que una campañita de estas no les caería nada mal a los húngaros. A ver: llego a Budapest a la estación internacional de buses, procedente desde Viena, un viaje que no es precisamente corto, son las 10 de la noche y aparte de que nadie habla inglés (ese es el siguiente punto, así que aguántenme ahí) cuando intento comunicarme me reciben con una cara de orto que no veas... La del kiosko de cigarros me hace una seña negativa cuando le pregunto si aún está abierto el puesto, como si yo le oliera a mierda. La de los boletos de metro exactamente lo mismo. De hecho, las dos hacen un gesto que me sacará de quicio a lo largo de mi visita en Budapest: extienden los brazos, viran la boca hacia un lado y entrecierran los ojos en clara señal de "ya te jodiste, salada, no es mi problema". ¡Ugggggghhhh...#@*%#&# ! ¿Que no tienen un mínimo sentido de calor humano para ver que soy extranjera, que ando cargando una mochila más pesada que sus consciencias, que son las 10 de la noche y no sé ni dónde putas estoy, que estoy agotada, que no hablo el idioma? Mínimo, hagan el esfuerzo de comunicarse por señas... ¿O es demasiado pedir? Ah, pero es que no les da el maní... De feria tienen su propia moneda, de modo que los euros ni los aceptan, solo su bendito florín, que perdón, pero no es mejor que el euro se mire por donde se mire, y en un lugar que, por ser de tránsito internacional constante como lo es una estación de bus, deberían al menos manejar una dualidad de moneda... Claro, a estas horas, tengo que ponerme a buscar un sitio donde me cambien dinero para coger el pinche metro, que a todo esto, perdón, pero es que hasta los trenes de Costa Rica, que son reliquias de los 50 o los heredamos de España cuando a ellos ya no les sirven, son mejores. Solo un alma caritativa, un revisor, el ÚNICO simpático que conoceré en mi estancia, me dice en un inglés bastante básico pero comprensible dónde puedo ir a cambiar dinero... Por dicha me encuentro con un cajero automático primero, porque si no, esto hubiera sido una peregrinación sin fin, como la de las botas de Stanlin o la de Fohrburgstrasse.
Esperando el metro en Budapest
PARÉNTESIS: acaba de pasar la mujer que revisa los boletos de tren acá en Polonia, una vieja amargada con cara de me-acaban-de-pellizcar-las-tetas-soy-frígida-y-odio-mi-trabajo. Me ve sentada en el piso del tren (porque no hay sitio, como he mencionado anteriormente y un viaje de casi 300 kilómetros de pie, bueno, ni que esto fuera vagón de carga con rumbo a Auschwitz) y la cascaruda me dice en polaco que me levante... Y no para que ella pase, tal parece, si no porque no está permitido viajar sentado en los pasillos... Ah, querida, más bien te sacaste el boleto vos ... Le respondo en español que, primero que todo, la última vez que me he visto en el espejo no noté que yo tuviera ni la más remota pinta de polaca y que, por ende, ni sé que me está diciendo, y que simple y sencillamente NO ME DA LA GANA viajar de pie porque, aunque el tren es muy barato, no es mi culpa que vendan más boletos de la cuenta y que no haya sitio. Y de verdad que no me levanto, y no me levanto, y no me levanto... Y al final, me termina pasando por encima... Una lástima que no se haya tropezado... El del carrito con el café fue mucho más amable, incluso me aconsejó un lugar donde poner la mochila... Primera mala impresión de los polacos, que como he dicho, son mucho más simpáticos que los húngaros. FIN DEL PARÉNTESIS.
2. Cuando he viajado en Europa del oeste, y le pregunto a alguien que si habla inglés, responden casi siempre: "A little". Ese "a little" significa que el interlocutor en cuestión lo habla mejor que uno, que solo le falta sacar el TOEFL y recitar trabalenguas. Pero aquí, en Budapest, "a little" siginifica "sé decir hello, good morning and fuck". O sea, LITERALMENTE " A LITTLE"!!!!! Mae, ¿que no se dan cuenta de que el húngaro es un idioma extraño, que nadie sabe de dónde carajos salió? Y no es que esté insultando su lengua, de hecho, me parece muy bonito como suena, aunque sean esas retahílas incomprensibles para mí y considero que, al ser único, sin ninguna conexión con el alemán o los idiomas eslavos que rodean Hungría, debe ser preservado y hablado con mucho orgullo. Pero HAY QUE SER CONSCIENTE Y PRAGMÁTICO. CASI NADIE, fuera de las fronteras húngaras, sabe este idioma. Solo mis primas, que en un arranque de aburrimiento y ocio veraniego, se inscribieron en un curso de verano hace como 20 años, y estoy 100% SEGURA de que no se saben pero ni las malas palabras, que es de lo primero que uno aprende junto con buenos días, gracias y salud. Y es que no se puede ni siquiera recordar cómo decir estas frases básicas. Es DEMASIADO DIFERENTE, no hay regla memotécnica que valga, las palabras son kilométricas, sin relación con ninguna otra lengua; junto con el vasco y el finés, ni los mismos lingüistas se explican de dónde salió el húngaro. Así y todo, esta gente se resiste a aprender inglés. Y claro, no es obligación de nadie saber inglés. Pero yo, que vengo de un país altamente turístico, no pretendo que todo el mundo sepa español tampoco y eso que es un idioma hablado en muchos países, con conexiones con el francés, el portugués, el italiano y el rumano. Y sin embargo, ENTIENDO que, nos guste o no, el inglés es el idioma de comunicación por excelencia en este mundo globalizado. Diay, yo hubiera escogido esperanto, que me parece mucho más fácil de aprender y más equitativo, porque tiene aportes de todas las lenguas más habladas, pero bueno, este no es un mundo perfecto...Así que NO ME CABE EN LA CABEZA que sean tan cerrados como para quedarse solo hablando húngaro por el resto de sus días y menos, pero mucho menos, que la gente que trabaja directamente con el turismo no sepa a veces ni caca de inglés.
¿Se permiten perros? ¿Publicidad para perros salchicha? ¿Guau guau? ¡NO SE ENTIENDE NI MIERDA!
Tomemos, por ejemplo, el puesto de información turística en el mercado central. Uno de los sitios más visitados por los turistas, con un segundo piso plagado de souvenirs, recomendado en toda guía, con comida típica para deleitar el paladar húngaramente. Me acerco a pedirle información MUY SIMPLE a la chica del puesto. ES ALGO MUY, MUY SIMPLE: Until what time do you have public transportation in the city? ¿Le estoy pidiendo que recite el To be or not to be de Hamlet en inglés antiguo? NO. Pero la mae NO ME ENTIENDE. No habla NADA de inglés. Pero es que nada. ABSOLUTAMENTE NADA. Le pregunto en francés. Respuesta: ... Le pregunto en alemán. Respuesta:.... En italiano: .... En español: ... MUCHACHA, CÓMO PUTAS, EN ESTE MUNDO GLOBALIZADO, CONSIGUIÓ USTED ESTE EMPLEO? ¿En qué cabeza cabe darle trabajo a una mujer que únicamente habla húngaro en uno de los lugares más turisticos de todo Budapest, justo en el puesto de información? Tengo algunas sugerencias no muy halagadoras de cómo se pudo haber dado semejante fenómeno, pero me las reservo...
E igual sucede en puestos donde, en una ciudad tan turística, al menos se deberían de saber palabras básicas. Estaciones de tren. Tiendas de souvenirs. Restaurantes. Casa de cambio. Prácticamente solo en los McDonalds encuentro gente capaz de articular un inglés básico (no wonder why...). Bueno, ¿que no se dan cuenta de que la cortina de hierro cayó hace ya unos 20 años?
3. Puede que en cuestiones idiomáticas no se hayan dado cuenta de que el muro de Berlín ahora está repartido en fragmentos en distintos países como curiosidad histórica, pero en lo demás se han incorporado al capitalismo de lleno. TODO LO COBRAN Y TODO ES CARÍSIMO. Te viven vendiendo chunches de las épocas del comunismo que, obviamente, resultan ser interesantísimos para los turistas que han vivido del otro lado y que cuestan, muchas veces, un ojo del bolsillo. Pasaportes antiguos soviéticos... Libros marxistas... Boinas y quepis y gorras militares con la famosa hoz... Y lo inaudito: ¡máscaras antigás de la época! Elizabeth, la chica de Perú que he conocido por casualidad, compra una para un amigo y yo intento ponérmela... Lo cual me demuestra que, en caso de un ataque tóxico, sería la primera en morirme: como 10 minutos descifrando la mecánica del artefacto... Y aun así, creo que no me la puse bien, porque hubo partes que me sobraron (¿?).
Yo con una máscara antigás.. Peace and love!
La verdad es que te cansa que te estén cobrando todo, todo el tiempo y de feria, carísimo. Uno como turista sabe que le sacan el dinero, que para eso está uno ahí, dejémonos de varas que con la plata baila el perro eso lo sabe cualquiera, pero hay un momento en que la vara se vuelve casi que insultante. Es en Budapest donde gasto más dinero. Ni siquiera en Zurich. Prácticamente todos los días tengo que ir a cambiar dinero porque se me acaba en dos patadas y yo, de verdad, no soy una persona gastona, si fuera lo contrario, JAMÁS podría permitirme viajar tanto... He dicho.
4. Este es un incidente aislado, claramente, porque por muy cobrones que sean los húungaros, tampoco son ladrones descarados, así que hago la aclaración de que esto fue solo cosa de mala suerte y de una desafortunada vez. Estoy en el mercado central y para variar, me acerco al puesto de cambio una vez más, porque estoy sin dinero. Un hombre me observa y me dice que él me lo cambia a mejor precio. OBVIAMENTE no soy tan estúpida como para cambiar dinero en la calle, pero me da curiosidad ver cuán lejos llega, así que me aparto de la fila para ver con qué me sale. Igual, hay mucha gente a mi alrededor, así que si la cosa se pone peluda, basta con ponerme a pegar gritos. Me dice que por $10 me da cinco mil florines... ¿Y saben qué me saca el descarado? Un billete de cinco mil CRUZEIROS BRASILEÑOS, una moneda que se dejó de usar en Brasil HACE AÑOS, desde 1986 para ser exactos, y a saber por qué putas la tiene... Bueno, ¿usted cree que yo nací ayer y que me chupo el dedo? Le digo, indignadísima, qué para qué PUTAS quiero yo dinero brasileño del año del cuerno... It's not Brazilian money me dice esta rata de alcantarilla, poniendo su pulgar sobre las letras que dicen Banco do Brasil... Mae, vea, si me quiere estafar, puede intentarlo, porque yo tampoco rompo records en coeficiente intelectual, pero al menos tómese su tiempo para ensayar algo mejorcito, más decente, que lo haga quedar a usted como a alguien de mediana inteligencia... Ni para qué. ¡Lo salgo cagando al tipo! Cuando le cuento a Kami, me pide disculpas, que él ciertamente no tiene por qué pedir. Y me pregunta: "¿que no era gitano?". Mae qué dificil es no poner prejuicios sobre ciertos grupos... Yo también tengo que aprender...
5. Entiendo plenamente que Hungría es un país que ha sufrido mucho. Una visita a la Casa del Terror me hace entender por qué (habrá entrada aparte sobre esto, porque realmente, junto con el museo del Apartheid en Johannesburgo, y el de la Fábrica de Schindler en Cracovia, es uno de los MEJORES que he tenido la suerte de visitar). Comprendo que tuvieron ocupación nazi, soviética, que fueron anexados y desanexados al imperio austriaco, que han vivido guerras cuyas cicatrices aun no cierran y que por eso, son cerrados, poco simpáticos y medio dolorcito. Pero igual, sirve para entenderlo, pero creo que no se justifica. Los nicaragüenses son de las personas más dulces y amables que he conocido, y les ha pasado de todo: huracanes, inundaciones, terremotos, maremotos, viven en una pobreza que casi no cuenta con paragón en toda América Latina y han pasado por guerras y guerras, una relativamente reciente y de las más sangrientas, por cierto, donde pelearon niños, mujeres y hombres por igual... Y NO SON AMARGADOS. ¿Y qué hay de África? Ahí la gente se muere de hambre todos los días, caminan hasta ocho horas para encontrar agua, son el continente más olvidado, han tenido guerras de todas las clases, se mueren de SIDA, nadie les da bola... Y NO SON AMARGADOS, son los primeros en ofrecerte su humilde casa y partir el mísero pedazo de pan que les tocó ese día con uno...
Y sé que no hay que generalizar, que comentarios como estos son los que despiertan masacres y holocaustos, pero es que de veras, esa es la idiosincracia que siento al menos de los húngaros en Budapest, con algunas excepciones, como el Kami, mi couchsurfer, y algunos otros que tengo la oportunidad de conocer en una cena.
Y es una verdadera pena... Budapest es una ciudad hermosa, muy interesante, de las mejores que he conocido... Pero así, es que de verdad que no me dan ganas de volver... :(.
Mejor Polonia :)jajaj todo eso no pasa,la gente es mas amable,hablan ingles, no es tan cara y Varsovia,Krakow y Wroclaw son la ostia!!
ResponderEliminarciaoo SILVIO
Un pais mas, una aventura mas para tu listado de experiencias, conociste gente muy diferente y seguiras en contacto con personas de toda indole, paciencia al menos ya pasaste una no muy agradable. Animo y adelante!!!!
ResponderEliminarParte de la aventura mi amiga :D Besos
ResponderEliminaramiga, acá por fin tratando de ponerme al día con tus entradas en el blog! ;) Aunque mis recuerdos de Budapest definitivamente son mucho mejores que los tuyos, concuerdo con vos que absolutamente NADIE ahí habla otra cosa q no sea húngaro (bueno, con algunas rarísimas excepciones como la chiquita de 8 años que parecía haber caído del cielo cuando perdimos la llave del apartamento, preguntándonos en perfecto inglés: Is this your key? ;) De las pocas palabras de húngaro aprendidas en el viaje, ahorita sólo me acuerdo del famosísimo "Utca" y de "Magyar Köztársaság" - esa última porque aun no puedo creer q exista algún idioma en el cual resulta imposible reconocer la palabra "república", que según yo se escribía prácticamente igual en cualquier idioma que no fuera chino o japonés o algo así... Por si seguías con la duda, el rótulo con el perro dice algo así como "Los perros no pueden limpiar la ciudad por si mismos", jeje... (gracias al traductor de google, que también tuvo sus problemas para entender el húngaro pero finalmente más o menos lo logró ;)
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