Un reino tan lejano como sólo puede serlo uno donde se escriben finales felices. Porque en este, en el mío, no existen esos finales de cuento de hadas. Me agarran los lectores de este blog en un día ciertamente malo, en el que sufro psíndrome premenstrual y complejo de Cenicienta. Si algún día llego a tener hijas no les voy a leer cuentos de hadas, ni voy a dejarlas ver películas de Disney: tantos finales felices que en la vida real NO existen. Puffff... No: mis hijas van a leer El Principito y van a ver películas de Woody Allen. Así, no van a sentir la cachetada de la decepción.
Y es que heme aquí, en la que una vez fue para mí la romántica Italia siete años atrás, ahora limpiando pisos todo el día, mientras en las noches salgo con prospectos que ni siquiera llegan a retazos de príncipe: de todos no se hace uno. No hay pajaritos que canten amistosos y me ayuden a doblar las sábanas de las quince camas en promedio que tengo que hacer por día: solo una peste de palomas que se cagan en todo, LITERALMENTE. No hay hada madrina que me haga un vestido de fantasía de mi ropa que apesta a sudor con este calor asqueroso de verano, si no que de hecho hoy descubrí que se acabó el detergente porque aquí, en Italia, son tan vagos (e inexplicable e injustamente prósperos) que cierran todos los negocios por dos semanas y se van de vacaciones: ergo, la lavandería está cerrada y he pasado dos días lavando sábanas, toallas y fundas non stop. Sí, gente: me agarran en un mal día...
Y es que así me siento ahora y así me sentí en Tallinn tres meses atrás: injusta y terriblemente sola. Y es que de verdad Tallinn es una ciudad como de cuento. Entrando de lleno en el top 10 de lugares favoritos durante este viaje dadaísta, cuenta con murallas medievales que envuelven el casco antiguo, torres desde las que perfectamente me puedo imaginar a cualquier princesa esperando a que la rescaten, y una catedral ortodoxa que escapa al efecto impala porque es, realmente, impresionante. Conscientes de su apariencia del siglo XIII, los restaurantes están ambientados como si fuesen tabernas de alguna aldea del medioevo, y a los pobres meseros, por supuesto, los obligan a usar ropa de época, lo cual en verano debe ser, ciertamente, una tortura. Por supuesto, no pueden faltar los arqueros que cobran a los turistas por acertar a un blanco que, a estas alturas del milenio, resulta más hipotético que darle al ojo de un ciervo en movimiento al mejor estilo Robin Hood.
El medioevo en el siglo XXI
Una pareja se toma una foto con la muralla de fondo... Yo me espero y con el gorillapad me tomo una a mí misma... Maaaae... Qué triste.
Mi soledad y yo
Y de repente: alguien viene y me abraza. Son un par de chicas, con uno de esos carteles de Free Hugs. Me han alegrado el día: cuando más ocupaba uno, ellas han venido ¡y me lo han dado gratis! Definitivamente, esta idea de los abrazos gratuitos es un éxito, nos hemos convertido en sociedades cada vez más pobladas, pero no por ello menos solitarias. Tendría yo que seguir dando abrazos gratis después de Varsovia, sería también ser un poco duende y no ocupo a nadie más para jugar. Sí, quizás deba hacer eso en este momento de 100 horas de soledad: hacerme yo también un cartel y comenzar a abrazar a desconocidos que lo necesitan tanto como yo.
La plaza de la ciudad en Tallinn, con el consabido grupo de turistas japoneses...
Como a los cinco minutos, viene un mae a intentar ligarme con la típica excusa de si tengo un cigarrillo que me sobre... Pufffff... No es por ser carepicha, pero es que no me gusta nada: aparte de feo como tres días de hambre, no me inspira confianza, anda con un trío de amigos que la verdad me dan pésima vibra, me parece que ha de andar medio drogado incluso y para terminarla de amolar, huele mal... Le contesto monosilábicamente para demostrar desinterés y tal parece que por fin logro que se regrese con su tripleta de compas... Solo para decirles a ellos que se queda conmigo y que pueden irse de vuelta al cubil del infierno de donde se han debido escapar esta tarde. ¡PLOP! "So, what do you want to see here in Tallinn?" me dice como si yo hubiera accedido a que fuese mi guía turístico personal. A ver, a ver muchacho: ¿en qué momento le dije yo "sí, andá a decirle a tus tres simios voladores que se larguen de vuelta al inframundo porque quiero quedarme a solas con vos para que me llevés a terminar de arruinarme el día?". Sí, había deseado toda la tarde estar con alguien para recorrer la ciudad, pero ¿con este mae???? Y aprendo entonces,una vez más, la valiosa lección de más vale sola que mal acompañada. "I want to see many things, but by myself", le digo en una recuperación de mi independencia y me marcho, procurando irme por otra calle todo lo deprisa posible porque el tipo, como si no entendiera cómo carajos he podido rechazar tan maravillosa oferta, me sigue para colmos. ¡Puffff! Qué suerte la mía...
Finalmente, después de tomar un par de fotos y sentarme a mirar cómo los turistas fallan en actividades tan sencillas como el tiro con arco y con ballesta, decido regresarme. De feria he escogido sentarme en un parque donde hay esculturas de parejas abrazándose... ¿Qué carajos le pasa al universo hoy, que conspira contra mí???
Las esculturas del parque... ¡PLOP Y REPLOP!
La Cow haciendo couchsurfing con congéneres estonias
Qué reino tan lejano y hermoso es Tallinn... Y qué solitario para una principita que está tatuada mirando el vacío de donde debería estar un principito que no se encuentra, definitivamente, en este asteroide...
No hay comentarios:
Publicar un comentario