Desempleada, solterísima y con los salarios producto de recitar "Thank you for calling Bodog wagering, my name is Andrea, may I have your account number, please?" un promedio de 6048 veces, este es el relato de una mujer de 30 años, quien un buen día decidió iniciar un periodo dadaísta en su vida y subirse a un caballito de madera solo para balancearse un rato sin llegar a ninguna parte, bajo la filosofía de Charlie García: "La vida es disfrutar el paso del tiempo".

miércoles, 24 de octubre de 2012

I wish you love


En un día como hoy, te regalo el mundo para que lo recorrás...
La lámpara que ilumina la stanza tiene forma de un globo terráqueo. Me gusta la luz acogedora de las lámparas. Mucho más que la luz del techo. La luz de esta lámpara siempre se encuentra encendida en las noches hasta que sale el sol, que nace más temprano en las costas sureñas italianas que en las españolas. Ya he tenido varias oportunidades de comprobarlo, mientras chateo con vos dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y hasta ocho horas cada noche.
Este verano nos estamos hablando lo que en trece años no hablamos. Y es que nunca me aburro de hablar con vos. Tenés esa cualidad, maldita sea, que busco tanto en un hombre: que siempre tenga algo interesante de qué conversar.
Se aproxima tu cumpleaños. Cumplirás 30 años el 30 de septiembre. Me decís que apenas se te cure una lesión en el hombro querés irte a dar la vuelta al mundo. El mundo, este globo terráqueo que también es una lámpara (la de cosas peculiares que hay en un hostal de un acumulador como Francesco).
Aquí, el mundo se ve pequeño. Pero es taaan grande... Darle la vuelta. Lo hacés parecer fácil, pero nunca lo fue. Veo ahora a Costa Rica más cerca que nunca, he crecido y el mundo se ha hecho más pequeño... Hace siete años escribiste eso. Hoy, cuando has crecido aun más, me decís que querés darle la vuelta al mundo. Y yo te amo tanto que te regalaría el mundo entero si pudiera.
La mañana del 1 de septiembre, entonces, recibirás esta foto:

Te deseo que cualquier camino que elijás te lleve a muchos lugares increíbles, con muchas historias qué contar
Te apasiona viajar tanto como a mí. Maldita sea, como el hombre de mis sueños. Poco equipaje, como yo.
Vos
¿Cómo tú? Menudo mochilón llevabas cuando llegaste a Alicante.
Andrea Aguilar-Calderón
Qué exagerado que sos. Típico en vos, que tendés a la hipérbole. Llevaba ropa de invierno aparte, un abrigo que me gusta mucho y que no voy a dejar tirado.
Vos
Ya. Cuando me vaya de viaje, me compraré un abrigo cualquiera para dejarlo en cualquier parte cuando ya no lo necesite.
Cuando te vayás de viaje. Como un Ulises postmoderno, cuya lucha es vivir todo lo que en estos años no has podido, por esa historia que ya no te permite amar más.
Por mi parte, te amo demasiado como para tan siquiera pensar en quitarte todos esos caminos, todos esos lugares increíbles, todas esas historias qué contar. Te entiendo, maldita sea. Aunque me duela en putas, te entiendo. Y deseo con todas mis fuerzas que viajés, tan lejos como podás. De todas maneras, de mí siempre has estado demasiado lejos. Pero yo no voy a ser Penélope, tejiendo y destejiendo una vida por esperarte.
Los días 9, 10 y 11 de septiembre recibirás estas fotos:



Te deseo un café para luego de los espaguetis, y un vaso de agua por si te da sed
Sólo tomás café después de comer espaguetis. A diferencia de mí, que lo tomo después de cualquier excusa. Son casi las dos y media de la madrugada y yo he puesto a hacer café a estas horas. El hostal es grande y la cocina me queda lejos de donde me siento a chatear con vos, de modo que si dejo encendido el fogón, mientras regreso a la stanza ya se habrá hecho el café. Es mejor que haga una pausa y vaya a preparármelo.
Andrea Aguilar-Calderón
Voy a ir a hacerme un café.
Vos
Vale. Yo voy a ir por leche y unas galletas.
La primera vez que recibí un mensaje tuyo en el Facebook, de la impresión, se me derramó el café sobre la computadora. Hoy, cuando llevamos 16.752 mensajes, parece que ya lo he superado. Bien por mi laptop. Bien por mí, quien ya no guarda esperanzas de nada. Y hablando de esperanzas:
Vos
¿Has visto esa película, Grandes esperanzas?
Andrea Aguilar-Calderón
No. ¿Por qué?
Vos
Se parece a nuestra historia.
Patrocinada por Cuevana y por la curiosidad, me sentaré a verla una noche. Un mae y una chic. Se conocen desde niños. Se enamoran. Se separan. Se ven de nuevo cada cierta cantidad de años. Y siempre se separan. Al final, terminan juntos. Alfonso Cuarón es quien dirige la película. Con razón. La mía la dirige Woody Allen, con toda la ironía del caso. Porque mientras podría salir con una serie de italianos yo, como la más idiota, soy más feliz chateando con vos en esta stanza a medio iluminar. Sos el vaso de agua, en esta sed que no conoce de finales felices.
El 14 y el 15 de septiembre te llegarán estas fotografías a tu inbox:


Te deseo la mujer perfecta...
Rubia. Impecablemente arreglada. Su foto de perfil de Facebook, en blanco y negro, demuestra que casi podría ser modelo. O bueno, dejemos el “casi” y los celos de lado: la mae puede ser modelo. La mujer perfecta. Sin duda alguna, mi némesis: yo tengo como foto de perfil una en jeans, con unos guantes de colores totalmente infantiles, recostada a una Vespa para disimular mis caderas demasiado grandes.
Vos:
¿Crees que le deba poner un mensaje ahora o no?
El tema del chat de esta noche girará en torno a eso. El famoso mensaje de texto para invitarla a comer un helado mañana. Ella tendrá que adivinar cuál es tu sabor favorito y vos tendrás que adivinar cuál es el de ella. La excusa será devolverle un euro que te ha prestado. Pensás dárselo en una caja de un anillo, a lo propuesta matrimonial, para confundirla, y que cuando ella lo abra, se encuentre una moneda nada más. Y es que de matrimonio ni hablar, si así como querés conocer muchos países, así querés conocer muchas mujeres.
Te entiendo. Esa es la vida que llevo yo ahora de todas formas: muchos países, muchos hombres, muchos tipos de vino. Mi vida de Florentina Ariza.
Sugiero que no le mandés el mensaje si no hasta mañana. Te lo aconsejo como lo haria con cualquier otro amigo. Porque quiero que te la ligués. Quiero que la besés. Quiero que te la cojás. Quiero que estés con todas las mujeres posibles, ojalá y sean cientos, maldita sea. Una diferente cada noche. Que te llenés de mucha pintura de labios, de esa que yo nunca uso. Quiero que apagués la compu y que ya no me hablés más, que no gastés estas noches conmigo chateando hasta que salga el sol, si no que a tu lado amanezca una mujer que te diga “buenos días” con voz de verdad, que podás escuchar, y no las letras arial número 8,2 que yo tecleo desde aquí. Quiero que vayás a discotecas y que en medio de la pista de baile besés a todas las chicas que podás, muchas más veces de la única que lo hiciste conmigo en ese pub. Ligá. Besá. Cogé. No perdás más tiempo. No me importa. No me importa, lo único que me importa es ser yo la última de todas ellas.
Así, la foto del 19 de septiembre será:

Te deseo la vida fácil, o la vida difícil si lo preferís, porque gira rápido y se marchita aun más rápido...
Si tienes dos caminos, elige siempre el más difícil. Tu frase célebre. Me consolaría pensar que por eso siempre hacés todo tan complicado entre nosotros, pero en estos meses he aprendido a conocerte. Y conocerte implica que, todo lo que piense de vos, debo imaginarlo al revés para darme cuenta de la realidad. El método no falla nunca. Te has vuelto predecible. Lo cual no está tan mal, pues me da una enorme sensación de poder. Sé qué vas a hacer antes de que me lo digás. Puedo ver el futuro, mientras el verano se acaba, cada vez más y más rápido.
Como las estaciones, esto es totalmente predecible, y con esa sensación de deja-vú cínico, sé que dejaremos de hablar poco a poco. Estas conversaciones que me encantan irán disminuyendo, como la luz del día conforme se aproxima el invierno. Con la rapidez con la que suelen pasar los tiempos felices, que cuanto más felices son, más pronto pasan. Así, inevitable. Mensajes cada vez más esporádicos. Hasta que un día ya no estarás más ahí. Y te habrás ido de nuevo, dejando sólo ese silencio que me ha acompañado ya por siete años. Lo predigo: te mudarás a Madrid, y saldrás todas las noches y conocerás muchas mujeres, todas esas que te deseo. Y a mí se me marchitará tu aroma, tu voz, tu rostro. Hasta que un día me dé cuenta de que ya no pienso en vos. Lo he hecho antes. Dos veces. Puedo hacerlo una tercera. Sé perfectamente cómo olvidarte, maldita sea. This is where our story ends. Never lovers, ever friends.
24,25, 26 y 27 de septiembre:




Pedí un deseo...
Ha llegado el 30 de setiembre. Cumplís 30 años. Casi el doble de cuando te conocí. Si hemos vivido la mitad de nuestras vidas perfectamente sólo con el recuerdo del otro, no hay motivo para pensar que la situación no pueda seguir así. De esta manera terminamos de crecer, de esta manera llegamos a adultos, de esta manera envejeceremos. Tengo el poder de la clarividencia, lo sé. Sé cómo va a terminar esta historia como si en verdad fuese yo la escritora de nuestras vidas. Pedí un deseo y sé qué pedirás antes de que apagués las velitas: viajes, mujeres, eso que te hace feliz. Y te entiendo, maldita sea. Cómo quisiera no entederte, para así odiarte y que todo fuese más fácil. Pero te entiendo. My breaking heart and I agree that you and I could never be, so with my best, my very best, I set you free...
Y así, el 30 de septiembre, recibirás este video: 
http://www.youtube.com/watch?v=7vKdxHHhF2Y&feature=plcp 
Feliz cumpleaños, maldita sea.


1 comentario:

  1. La historia sin fin. Siempre dando vueltas alrededor de un imposible,para vos esperanzador...!!!!

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