Desempleada, solterísima y con los salarios producto de recitar "Thank you for calling Bodog wagering, my name is Andrea, may I have your account number, please?" un promedio de 6048 veces, este es el relato de una mujer de 30 años, quien un buen día decidió iniciar un periodo dadaísta en su vida y subirse a un caballito de madera solo para balancearse un rato sin llegar a ninguna parte, bajo la filosofía de Charlie García: "La vida es disfrutar el paso del tiempo".

martes, 8 de marzo de 2011

Preludio: Colombia, tierra querida...

Nada mejor que las regresiones en un relato, no? Así que ubiquémonos: acabo de llegar a Bogotá en preludio del viaje a Madrid, España. Nueve horas de escala. Aeropuerto? Obvio que NO. Por suerte, tengo dos salvavidas parceritos: Pedro y Carlos. El primero, víctima potencial de IICD. El segundo, superviviente de IICD Michigan y reclutador oficial, así que cuidado cuando hablen con él: es taaaaan encantador que en la de menos terminan como yo, pasando meses en África cargando agua desde el pozo y pidiendo limosna en todo Walmart disponible en Estados Unidos.
En fin, aunque un poco más frío que San José, no hay mucha diferencia con Bogotá. Padecen también ellos de un cielo diarreico, así que una lluvia torrencial es lo primero que me saluda. Pedro, quien es el encargado de ir a buscar a esta tica que por primera vez llega a Colombia, tierra querida, está batallando con las presas típicas de ciudad en un viernes a la hora pico, de modo que me tomo un café local, mientras espero y observo el modus vivendi del aeropuerto El Dorado... Del cual, no hay mucho que contar. Un aeopuerto como cualquier otro.
Finalmente, levanto mi mirada del suelo y ahi me encuentro con Pedro, quien será mi anfitrión por esas largas horas de espera. Nos subimos a un taxi y vamos a rodar por las vías asfálticas de Bogotá, hasta dar con un centro comercial donde nos quedamos de ver con Carlos. A Carlitos no lo veo desde que salí de Michigan hace ya casi dos años, de modo que el encuentro es súper emotivo. Y claro, hay mucho de qué hablar, así que luego de una crepe y de dos cervezas nacionales la conversación está tan animada, que tengo que salir volando a agarrar el avión antes de que me deje...


Con Pedrito y con Carlitos, mis hosts colombianos

Es una LÁSTIMA que no me haya podido quedar más en Bogotá. La verdad es que Colombia tiene la triple B: bueno, bonito y barato. Lo triste es que le precede su fama dolorosa de Pablo Escobar, las FARC y coches bomba que han creado leyendas urbanas que, en Costa Rica, país caracterizado por un etnocentrismo marcado, hacen desistir al tico promedio muchas veces de visitar este país. Lo cierto es que en pocas horas yo me he llevado una impresión envidiable. No entiendo cómo me he dejado engañar por el miedo y he dejado pasar la oportunidad de visitar un país que está a la vuelta de la esquina y que tiene tanto que ofrecer. Queda en mi top 10 para un próximo fin supremo, que sin dudas no demandará tanto tiempo y dinero como la costosa Europa...
Mientras tanto, hacia ya enrumbo. Sentada junto a la puerta de emergencia del avión (si no se puede pagar clase ejecuiva, este es un excelente modo de tener más espacio para estirar las piernas, lo cual en un vuelo de 9 horas se agradece), me echo la cobija encima y luego de ver El cisne negro, me preparo para dormir.
Así que buenas noches, mientras este preludio termina con un acorde pianisimo.

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